Sin perdón, ni olvido
Un día, sábado, un momento del día, una mañana, una
situación, un café… una pasión el teatro.
Jamás me hubiera podido imaginar que todo esto quedara
enmarcado en mi mente, bastó con un –“hola mucho gusto, soy tu novia”, para que
un algo, una punzada de histeria, mezclada con rabia y decepción, haya movido
mis pensamientos.
La llegada de ese
algo que empezó a penetrar mis emociones, acompañada de la incertidumbre que
provoca conocer a alguien que te parece inteligente y exquisitamente
temperamental, te evocan un placer por un gusto inevitable hacia la química; yo
no esperaba nada, pero las conversaciones de noches furtivas en la distancia
acompañadas de pintorescas afirmaciones, entrelazaban mis pensamientos a los
tuyos y con ellos la evocación de una visión que crecía día a día.
Llegan las semanas y con ellas las compañías en noches
noctámbulas, juegos de palabras y enmancipamientos de falsas seguridades de la soledad, aquella que quiere
cambiar por la simple idealización de una compañía; días y noches.... Noches y
días, que más da, si un corazón comienza a marcharse en el silencio junto al
tuyo…
Ahora los días pasan y con ellos las frustraciones del
rechazo, pero ¿Por qué nuestras palabras se buscan?... ¿porqué la noche acoge
nuestras compañías?
No hay manera de saber ciertas cosas que transcurren en
nuestras vidas, nuestras manos se entrelazan y no queremos decir nada al
respecto, por mi parte solo espero que ese momento nunca termine y ahí estamos
intentando fingir que no pasa nada.
Y ahora es la confusión, de tantas caídas intentando
alcanzarte y llega la frustración, el dejarte sola en la oscuridad con el
malestar y una falsa convicción… “bien, espero que disfrutes de la decepción”,
una disculpa y el asombro, pupilas dilatadas, pulso acelerado y un instante que
se detiene por la eternidad… un beso.
La paranoia y la incógnita son nuestros cómplices, no
sucede nada, no hay palabras, solo nos tenemos el uno al otro y a la oscuridad.
Miércoles
Un pretexto, una compañía, una noche… la lluvia… la
espera.
-“sabes qué… ya me cansé, estoy harto de esta situación,
¡desde hoy serás mi novia!”, el viento, la calle, la noche… tu y yo solos en el
universo y la lluvia.
Una historia una simple historia que apenas comenzaba,
pero que el tiempo ha afirmado en un simple recuerdo.
Llego la tarde y con ella tu partida, esa misma que
siempre estuvo, pero tu terquedad y la mía la disfrazaban de esperanza, una
esperanza que nunca llegó y ahora el fin, ese mismo que se había tornado
anacrónico y embustero.
Recuerdos y suspiros quieren salir reclamando a cada
instante el recuerdo de tu rostro y de tus manías, en la distancia se enmarca
en el cielo la fe de un regreso y de un camino que se quiere volver a caminar;
pero la sombra de tu indiferencia marchitan esas ilusiones que como un pájaro
enjaulado se resigna a la libertad.
Estamos tan cerca de enajenarnos y tan lejos de
entrelazarnos, que finalmente la vida me reclama por las miles de veces que me
dijo ¡basta!
Hoy solo queda tu recuerdo y las palabras más hostiles
que mis oídos jamás han escuchado.
¡Aquí la que se enamoró, no fui yo!
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