El día de la redención

Era 26 de noviembre de 2016, el clima tan agreste que apenas dejaba entrever
pequeños rayos de sol, la ansiedad alimentaba cada segundo que pasaba al
protagonista de esta historia, un objetivo, un sueño, un viaje.
Ya habían pasado 5 años desde aquel fatídico 17 de diciembre de 2011, cuando a
la distancia el protagonista de nuestra historia tuvo que ver como por penales, el
equipo de sus amores el América de Cali, perdía la categoría estelar del fútbol
colombiano a manos de Patriotas de Boyacá en el mítico estadio de la ciudad del
Valle del Cauca el olímpico Pascual Guerrero.
Era una noche fría, que apenas calentaba el terreno de juego, las personas que
fueron a presenciar uno de los momentos más tristes de la historia deportiva de la
ciudad, de la institución y de los miles de hinchas que el equipo escarlata tiene a lo
largo y ancho del país, los minutos pasaron y la pesadilla cada segundo se hacía
realidad, un empate estaba decretando los cobros desde los once pasos y los
latidos de los corazones crecían, las oraciones, las súplicas al altísimo por un
milagro se decretaban en las voces y en los pensamientos de los asistentes y de
los que desde casa en la lejanía seguían la transmisión por televisión.
Los cobros empezaron, anotaciones por parte y parte, en un momento le tocó
patear a uno de los ídolos de los "diablos rojos", el delantero Jairo "El Tigre"
Castillo, estaba frente al balón, se le veía tranquilo, decidido y con determinación,
a la vez que el jugador tomaba aire, los seguidores del club lo hicieron, tres pasos
hacia la esférica, hace contacto con la misma con la parte interna de su pié
derecho, va ceñido a raz de piso hacia el palo derecho del arquero del equipo
rival, los segundos más lentos de ese día (no comparados con los que le seguían).
El balón estaba afuera.
La tristeza en la cara del jugador, solo reflejaba un poco de la angustia y la
melancolía que propios y extraños sentían dentro y fuera del estadio, la debacle se
asomaba de forma perturbadora, pero aún quedaba un hilo de esperanza, el
último cobro del equipo boyacense, ese que sentenciaba todo, la anotación
enviaba al América de Cali a la segunda división del fútbol profesional colombiano
o la atajada, ampliaba el sufrimiento, pero con ella revivía el optimismo de
permanecer.
El turno de cobrar el penal decisivo fue para el portero de Patriotas, que entre
otras es confeso hincha del equipo rojo caleño, con cara totalmente triste, ubicó el
balón, tres pasos de distancia y la mirada perdida, la angustia del público y la
chiflatina ensordecedora, toma aire y corre, patea fuerte mente al arco...

El silencio y las lágrimas de todo el estadio, incluidas las del cobrador que mira
con tristeza el balón que descansaba en el interior del arco; a la distancia el
sufrimiento, la impotencia y el llanto, afuera de la habitación en la calle, otras
tantas personas hinchas de otros equipos que festejaban lo acontecido, se podía
percibir en él además de los sentimientos ya dichos, también el de la ira.
El tiempo pasó entre ires y venires, de falsas esperanzas e ilusiones, aunque con
una renovada fe temporada, tras temporada, llegó el 2016, un año lleno de
contradicciones, dudas y angustias, por parte de Zabrak, él mientras veía como su
vida se tornaba en tonos un poco ocres, el equipo de sus amores una vez más
estaba batallando contra la adversidad, para poder llegar de nuevo a la primera
división.
Los cuadrangulares finales iniciaron, una derrota en el primer partido creaba en los
fanáticos disgusto y dolor, pero el equipo fue fuerte a sus deseos de ascender y
con categoría sacó los resultados necesario que lo podían llevar a su anhelado
regreso a la A.
El día al parecer había llegado el domingo 27 de noviembre de 2016, se
enfrentaban el Deportes Quindío con el América de Cali, un empate le bastaba al
equipo Cuyabro (así se le conoce al equipo del Quindío) para ascender, "los
diablos rojos" debían ganar, sí o sí, Zabrak y un grupo de amigos que comparten
la misma pasión, habían gestionado vuelo directo a Cali para ser partícipes del
partido más decisivo en la historia reciente de su amado equipo.
Zabrak y sus amigos lo habían planeado todo, debían irse a Cali el sábado 26 de
noviembre, para poder compartir in rato de cofradía ese mismo día en la noche y
descansar, para estar en el estadio olímpico Pascual Guerrero al día siguiente
temprano, para ver a su amado equipo buscar la victoria y posterior ascenso, nada
podía salir mal.
Zabrak es artista amante del teatro y ejerce este oficio, por tal motivo, no pudo
viajar junto a sus amigos el sábado en la mañana, ya que a la misma hora del
vuelo, debía presentarse con su grupo teatral en un montaje de Federico García
Lorca (bodas de sangre), hecho que lo obligó a cambiar su hora de vuelo, para las
4:30 p.m.
La presentación empezó a las 10:00 a.m y terminó a las 11:30 a.m, debía ir a su
casa, desmaquillarse y ducharse, almorzar y salir al aeropuerto, para lo cual pensó
en estar en la terminal aérea sobre las 2:30, p.m y con mucho tiempo
para abordar el avión que lo llevaría en media hora a su destino, donde lo
esperaban sus amigos.
El problema consistió en que al salir de función, se dispuso a tomar un bus urbano
que lo llevara a casa, con la mala fortuna que el clima de la ciudad
estaba tormentoso y la lluvia inundaba las calles, un trayecto corto, del sitio donde

se llevó a cabo la presentación a su casa, no tardaba más de 20 minutos, pero
ante el invoemente estado climático, el recorrido tardó hora y media.

Ahora debía correr, ya no alcanzaba a almorzar y tenía el tiempo justo para
ducharse y salir a cumplir con su cometido, ya eran las 2:00 p.m y a pesar de la
premura, aún había tiempo para poder cumplir con el cronograma, así que pidió un
Uber que le aseguraría un desplazamiento más efectivo.
Ya en el interior del vehículo se dispuso a hacer el check in que no había podido
realizar desde la noche anterior, pero el destino estaba en su contra y no lo pudo
realizar, solo había una solución y esta era llegar a la taquilla y así realizarlo
personalmente.
Debido a la torrencial lluvia, el tráfico era una vez más imposible, eran las
3:40 p.m y aún estaba en camino, lejos de la terminal aérea, arribó finalmente a
las 4:10, una fila parecía sentenciar el trágico destino de ese día PERDER EL
VUELO, mientras los usuarios adelante de él se desplazaban, Zabrak tomo su
celular, para llamar a sus amigos y avisarles que ya no asistiría, con mucha ira,
impotencia resignación.
Los amigos, le insistieron en que solucionara y fuera como sea; trato por todos los
medios al llegar a la ventanilla de poder abordar, pero el vuelo ya estaba cerrado,
de cambiar la hora del vuelo, pero ya todo estaba vendido, de ir a otra ciudad
cercana, pero también estaba agotado.
Las esperanzas, eran cada vez menos, pero la solución más engorrosa era la más
latente, irse en bus hasta la ciudad donde el equipo de sus amores y sus amigos
lo esperaban, un viaje de 8 horas.
Efectivamente compró los ticketes y se dispuso a ir a cumplir con lo que prometía
ser uno de los momentos más fantásticos y únicos de su vida, a las
10:00 p.m partió a Santiago de Cali.
Al otro día, seis de la mañana, llegó y se reunió por fin con sus amigos, que con
un abrazo sellaron el anhelado encuentro.

12:00 m, el grupo de amigos vestidos de escarlata, llegaron finalmente al estadio,
que estaba vestido enteramente de rojo; la espera era infinita, la ansiedad
aumentaba con el paso de los minutos, una pancarta que decía “1876 noches
esperando este momento, gracias mechita” se asomaba y la sostenían con
orgullo.
Salen los equipos, una gran cortina de humo rojo les dio la bienvenida a los dos
equipos, en realidad era un verdadero infierno, nadie podía creer lo que estaba
sucediendo, una vez el humo se desvaneció, el partido estaba en curso, no pasó
mucho tiempo para que Ernesto “el tecla” Farías, hiciera el gol que hizo
estremecer al unísono el estadio, ya América de Cali estaba a un paso de regresar
a la máxima categoría, pero el sufrimiento se iba a extender, cuando un
desafortunado autogol silenció por completo a toda la afición, nadie lo podía creer,

nuevamente estaban de regreso en el infierno que había supuesto los últimos 5
años.
Los minutos pasaban y en un momento el juez central del partido pita penal a
favor del cuadro rojo caleño, la esperanza comienza a brillar, el recuerdo amargo
de los penales pasa, por un momento en la cabeza de los espectadores, al frente
del balón Cristian Martínez Borja, su cara de preocupación es evidente, sabe que
en sus pies está el paso a la gloria de un equipo y de miles de fanáticos que
lo están observando, toma impulso... 
GOOOOOOOOLLLLLLL
Las personas lloran, se abrazan, se persignan, ya solo era cuestión de tiempo
América estaba regresando a la primera división del fútbol en Colombia, los 10
minutos más largos y eternos de la vida, los jugadores de la “mechita” tocan el
balón a un lado de la cancha, esperando que el tiempo termine, el árbitro pide el
balón, señala a la mitad del campo.
América de Cali ha regresado y es en ese momento donde Zabrak sabe que todo
valió la pena.

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